Tuesday, May 14, 2013





A menudo cometemos el error de pensar que ciertas personas van a estar ahí siempre, incombustibles, contra viento y marea. Olvidamos entonces cuidarlas y aún así exponemos nuestros trofeos, cómo un plato en una vitrina. Nos descuidamos y dejamos que el polvo se pose en la superficie, pensando que la distancia no es enteramente olvido. El armario se llena de carcoma, se infecta con las termitas de la indiferencia hasta romperse desparramando su contenido por la habitación. Y recoges una y otra vez los trozos de ese plato roto, los restauras y los pegas con la esperanza de que eso no vuelva a ocurrir, hasta que llega el momento en que la sopa se escurre porque no encuentras los trozos que han caído al suelo por enésima vez.

Porque el perdón es simplemente una palabra, pero olvidamos que cada acto tiene su consecuencia.

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